

Entre el 18 y el 21 de enero del 2016 se realizó en Santiago la Tercera Cumbre Iberoamericana de Agendas Locales de Género, “Mujer y Ciudad”, organizada por asociaciones municipales iberoamericanas y con participación de la ONU. Asistí en representación de la Fundación TranSítar (Familiares de Niñxs y Jóvenes Trans), de la cual soy vicepresidenta, y como parte del equipo editorial Ceres (Centro de Estudios de la Realidad Social), quienes me extendieron la invitación.
El punto de vista de la Alcaldesa de Santiago es conservador: las mujeres trans no constamos en el discurso inaugural, y los eternos referentes de este tipo de eventos, Gabriela Mistral y Violeta Parra, ilustran a la Mujer y la Madre según criterios convencionales. Se trata más bien de una política de gobierno, por lo que no es completamente responsabilidad de Carolina Tohá declarar sentirse contenta con la creciente participación de las mujeres en política, quienes, en palabras de ella, también pueden desplegar allí un rol “contenedor”.
Ya lo decía todo el tradicional símbolo femenino del círculo fusionado con una cruz en la parte inferior, usado como logo del evento. Mientras la Alcaldesa hablaba, las tres organizaciones trans presentes, Amanda Jofré Cerda, Fundación TranSítar y OTD, alzaban visibles pancartas con el lema “La identidad de género es un derecho, en Chile es vulnerado”. Por eso, cuando llegó el turno de la Presidenta, quien estaba sentada a pocos metros de nosotrxs, saludó no solo a hombres y mujeres, sino también a “los trans” [sic, por “las personas trans”]. Entre la algarabía final por sacarse una foto con la mandataria, no logramos acercarnos, ante lo cual ella se disculpó: “ya les envié un saludo”. No obstante, tres días después –adelanto el final–, el discurso de cierre de la Alcaldesa de Santiago agregó a las trans al listado de mujeres presentes en la Cumbre. Finalmente, pese a no ser invitadas detrás del micrófono oficial, nos hicimos presentes mucho más que una mención en un discurso y un saludo, a partir de intervenciones en los conversatorios e interpelaciones a las expositoras.
¿Dónde quedamos entonces las identidades defectivas? ¿Lxs que no nos consideramos ni mujeres ni hombres? ¿Lxs que escapamos del binarismo de género? Y también, ¿dónde se anotan aquellas que se identifican como mujeres trans?
Aparte del viejo símbolo femenino anteriormente mencionado, la otra imagen promocional de la Cumbre corresponde a un retrato fotográfico de Gabriela Mistral intervenido por colores planos y saturados, quizás evocando, tenuemente, el arcoíris de la diversidad. El diseño es acertado, ya que ronda la sensación de estar asistiendo a una reunión feminista de los años 70. Una reunión entre los sexos asignados al momento de nacer. La foto de Mistral efecto technicolor ilustra con exactitud el contenido de la agenda: revivir una idea del pasado. La intervención cromática es muy en la línea de la fotógrafa chilena Leonora Vicuña –espero no sea recorte de alguna obra suya– quien retocaba a mano sus imágenes resaltando la diferencia y la transgresión de las culturas clandestinas durante la dictadura, denunciando que la publicidad uniforma y oficializa, claramente lo opuesto al imaginario desplegado por la Cumbre.
La Cumbre propone medir “la igualdad efectiva de mujeres y hombres en nuestros ámbitos locales”, y es cierto: pululan por el Castillo Hidalgo y por dependencias de la Pontificia Universidad Católica, donde se llevan a cabo las conferencias, muchas mujeres que se han empoderado dentro de los ámbitos institucionales. Pero, ¿dónde quedamos entonces las identidades defectivas? ¿Lxs que no nos consideramos ni mujeres ni hombres? ¿Lxs que escapamos del binarismo de género? Y también, ¿dónde se anotan aquellas que se identifican como mujeres trans? Casi todo es en alto contraste dentro de esta Cumbre. Con mi aspecto andrógino/cyborg/trans/travesti tengo los mismos problemas de siempre al usar un baño público. Uso alternadamente el de hombres y el de mujeres, esperando no ser tomada por fisgona en el primero, ni por posible acosadora sexual en el segundo, entre otros supuestos y prejuicios sociales.
A la ida y vuelta de la Cumbre recibo los habituales comentarios y a veces algo más, pero también miradas cómplices de algunxs transeúntes. El pequeño espacio de olvido y cortesía arriba del Cerro Santa Lucía, y el estante con las publicaciones de Ignacio Sánchez en la PUC, se pierden y se rompen en la calle. Afuera en nuestra realidad se vive la imposibilidad de acceder al trabajo, mantenerse en la escuela, seguir siendo parte de una familia. Que el Papa Francisco I diga que las personas trans somos un “atentado a la creación”, significa dar pase a los asesinatos por transfobia que tiempo en tiempo lamentamos. Que la Senadora van Rysselberghe promueva la exclusión de lxs menores de edad trans de la ley de identidad de género que actualmente está en discusión, significa que a ellxs se les siga expulsando y cerrando puertas en los ámbitos de la salud y la educación; que los agredan y que las personas asuman su familiar trans en secreto y con vergüenza. Que el Ministerio de Educación intervenga antojadizamente generando problemas en establecimientos educacionales donde se había logrado la inclusión de niñxs trans significa que el sistema anda mal. Que el Consejo Nacional de la Infancia continúe omitiendo incorporar familias trans en sus políticas detona en consecuencias como tener que cerrar el año escolar y retrasarse dos o más años en los estudios. ¿Chile espera un mártir, otro Daniel Zamudio, para finamente hacerse cargo de niñas, niños y adolescentes trans? No importa que todos los días me miren con desprecio y burla, me griten en la calle día por medio o me traten de agredir físicamente cada dos meses. No importa que mi familia y el trabajo se esfumen. Casi nunca tengo miedo y no me doy lástima a mí misma. Estoy orgullosa de ser quien soy y no lo cambiaría por nada. Pero sí me duele por mi comunidad. Sí me duele por aquellxs que tienen menos oportunidades y por aquellxs que no pueden defenderse. En relación a todo ello venimos a enseñar y debatir en esta Cumbre. Algunas nos miran con admiración, otras con una mezcla entre admiración y lástima. Venimos a hacer. No hay nada que justificar ni lamentar.
A partir de las directrices de la Cumbre, bajo la edición más didáctica y literal posible, se imprimió sobre papel de diseño añoso en las páginas centrales de la programación, extractos de décimas de Violeta Parra y poemas de Gabriela Mistral: décimas de la madre que sustenta cuatro hijos; la abuela a cargo de la casa; la mamá más linda del mundo; la mama o yaya enferma; la mamá que protege 9 hijos; la traición del marido; el paso de mujer a niña. Porque según estas directrices, nacer mujer es ser mujer. Biología es destino. Mujer y Madre. En el caso de Mistral, fragmentos incluyendo las dos claves: Madre abnegada y Mujer doméstica –siendo que varias de las asistentes trabajan en puestos de mando, no escuché críticas a esas concepciones–. No soy amiga de citas poéticas tan institucionales, pero si algo había que leer por defecto, hubiese elegido el poemario oscuro, erótico y emancipado de “Lagar”. Demasiado ineditable para una ocasión como ésta.
Lagar no.
Mistral torta no.
Mistral trans no.
Mujeres sexuales no.
Identidades femeninas fuera de norma no.
Transfeministas no.
Lesbianas trans no.
Travestis ni hablar.
El primer día de conferencias resultaba obligatorio levantar la mano haciendo ver la ausencia total de mujeres trans entre las expositoras y en todo tipo de contenido. Pero además, ese día exponía la Alcaldesa de Lampa, Graciela Ortúzar (RN), y ninguna trans que se precie de tal iba a pasar por alto la demanda por discriminación de género que la Concejala de esa misma comuna, Alejandra González, mujer transgénero, interpuso en contra de Ortúzar respaldada por seis organizaciones de la diversidad. Ante mi pregunta, la regidora adujo que la corte desestimó la denuncia (se apelará aún sabiendo lo difícil que es probar estos hechos), y sin referirse más allá a lo sucedido señaló que su municipio apoya a un grupo artístico trans que participa en eventos comunales, que incluyen funcionarias transgénero y que Lampa vio los primeros AUC entre lesbianas y homosexuales (la última palabra se le trancó en la garganta). Curiosamente, en distintas conversaciones que sostuvimos, las participantes nos endosaban o asociaban a los logros LGB.
En la jornada siguiente, Rita García (Dirección General de Cultura y Educación, Argentina), expuso la implementación de la ley de educación sexual integral en la provincia de Buenos Aires (Ley N° 26150), ejemplar en varios aspectos, al articular centros de salud, organizaciones sociales y familias, considerando además factores preocupantes dentro de la provincia, como son el hacinamiento, la pobreza, la anorexia y la bulimia. No obstante, sin referencia alguna a niñas, niños y adolescentes trans. Igualmente, tan solo un par de líneas de la mentada ley pone de manifiesto la superación absoluta de cualquier idea desarrollada dentro de la inarticulada y casi inexistente educación sexual nacional: “…decisiones conscientes y críticas en relación al cuidado del propio cuerpo, relaciones interpersonales, ejercicio de la sexualidad y derechos de niños, niñas y adolescentes…”. La definición de sexualidad que divulgó García incluyó “creencias, deseos, convenciones y fantasías”. Una versión bastante alejada de la realidad local (y de la realidad como definición), donde el Ministerio de Educación todavía recomienda programas de educación sexual basados en la afectividad sin conflicto y la invisibilización de lo diverso, tales como son los de TeenStar. El primer paso para implementar la ley, explicó García, consistió en subsidiar a las escuelas que desarrollan planes de inclusión y educación sexual. Además, todas las escuelas de la provincia, considerando las vespertinas de adultxs, fueron capacitadas en educación sexual. Más adelante la expositora reconocerá que nunca se pensó en organizaciones trans al momento de capacitar. En Chile, nuestra Fundación ha capacitado liceos y colegios, incluyendo exitosamente niñxs y jóvenes trans. Todo a partir de las buenas voluntades de turno, jamás con respaldo oficial.
Como mencionábamos, el reparo a los lineamientos de la ley de educación sexual integral argentina, reparo gigantesco a decir verdad, es la ausencia total de propuestas a favor de la comunidad trans, aún cuando ese país cuenta con una ley de identidad de género modélica en el mundo (Ley N° 26743). Dicha ley permite a los menores de edad efectuar su rectificación registral a través de sus representantes legales, teniendo en cuenta los principios de capacidad progresiva e interés superior del niño/a, de acuerdo a lo estipulado en la Convención de Derechos del Niño. El artículo 12 N°2 de la Convención, también ratificada por Chile, establece que se debe dar oportunidad al niño de ser escuchado en todo procedimiento administrativo o judicial. La ley de identidad de género argentina reconoce un criterio fundamental de los derechos humanos: la identidad es una decisión personal (indigna que en Chile todavía debamos luchar por un derecho básico y tan evidente). Adultxs y menores de edad, mediante un trámite administrativo simple, rectifican su partida de nacimiento ante el Registro Civil, sin tener que presentar obligadamente exámenes psiquiátricos ni pruebas vejatorias y absurdas, así como tampoco pruebas voluntarias, según estaría proponiendo el proyecto chileno de ley de identidad de género, y sin someterse a que un juez decida arbitrariamente por ellxs. Aún así, como decíamos, en Argentina no ha habido cruce entre la ley de educación sexual integral y la ley de identidad de género. Lo que hemos venido haciendo en la Fundación TranSítar, conjuntamente con la asesora jurídica legislativa y mujer trans Constanza Valdés, es relacionar leyes orgánicamente. Refutando la supuesta “tradición judicial” a que apeló recientemente la Secretaría General de Gobierno –más bien una mera excusa frente al retraso en implementar de una vez por todas la repartición administrativa y la consideración de la autonomía progresiva en niñas, niños y adolescentes–, citamos el artículo 12 de la Convención de Derechos del Niño, ratificada por Chile, demostrando que es perfectamente viable una vía como la del país vecino. En concordancia con lo anterior, el proyecto de ley de sistema de garantía de los derechos de la niñez, mensaje N° 950-363, establece en su artículo 32 un procedimiento administrativo de protección de derechos, permitiendo una audiencia administrativa para que el niño o la niña ejerza su derecho a ser oídx. No solo en ámbitos de infancia y adolescencia trans queda pendiente la desjudicialización de los procesos que involucran menores.
Constatando una vez más que en la Cumbre y en los discursos no se contemplaban problemáticas trans por ninguna parte, efectuamos dos preguntas al término de la exposición de Rita García: ¿pueden las organizaciones trans capacitar escuelas? y ¿cómo se relaciona la educación sexual integral con perspectivas de género durante la temprana infancia, entre los 4 y 9 años de edad, siendo que ya existen escolares trans desde esas edades hacia arriba (por ejemplo, en TranSítar contamos 27 familias con integrantes trans entre los 4 y 21 años de edad)? La expositora señaló que no se incorporaron tales contenidos por causa del desconocimiento al momento de elaborar dicha ley, invitando al gobierno chileno a ponerse al día y a dar participación a las organizaciones trans en el proyecto de ley de educación sexual y género que algún día debiéramos poder celebrar por estos lados. Destacó la existencia de una Fundación que acompaña, visibiliza y apoya la infancia trans en Chile, hecho bastante comentado por todxs lxs asistentxs a la Cumbre sobre Género, ya que no existiría otra igual en el continente. Quedamos de mantener contacto e ir compartiendo avances. Nuestra experiencia comunitaria, hacer familia trans diversa, podría aportar más que suficiente. A continuación, la docente colombiana que presentó avances en los tratamientos de mujeres con cáncer de mama, respondió que no cuentan con programas ni estadísticas de mujeres trans, “y que tampoco se cuenta con programas ni estadísticas para hombres, aunque estos también desarrollan cáncer de mama”. Insistimos en señalar la terapia de reemplazo hormonal como detonante del cáncer de mama entre mujeres trans, ya que mujeres trans no es igual a biologías masculinas en términos convencionales.
El día de cierre Alejandra Soto, presidenta de la organización trans Amanda Jofré Cerda, se dirigió a la Senadora y Presidenta del Partido Socialista, Isabel Allende, en demanda de una ley de identidad de género administrativa. Allende respondió que nos había recibido en la sede del Partido. Efectivamente, el pasado 9 de noviembre realizamos una serie de protestas frente a la Corte, La Moneda y el Partido Socialista, exigiendo un trámite justo e igualitario de legalización identitaria. Apenas una identidad legal reconocida mediante un proceso digno, ya que respecto salud, trabajo y educación, el proyecto chileno de ley de identidad de género no incorpora coma alguna. Ingresamos a la sede después de gritar por megáfono y tocar el bombo durante más de una hora. Felizmente se encontraba reunida la comisión política. Frente a ésta expusieron demandas convergentes las organizaciones TranSítar, TravesChile y OTD. Luego nos pusimos en contacto con los asesores de los parlamentarios, pero hasta el momento no ha ocurrido nada más allá del apoyo de palabra. Es necesario que los parlamentarios se eduquen sobre derecho y personas trans. En la Cumbre intenté entregar a la Senadora Allende, el documento que contiene nuestra propuesta sobre ley de identidad de género (una propuesta técnica y legal completamente aplicable), pero pasó rauda junto a mí agitando las manos.
Aparte de la absoluta invisibilidad trans en los programas de la Cumbre sobre Género, ésta se basó en exposiciones demasiado estadísticas y lineamientos muy generales. Lectura directa de los PowerPoint y párrafos calcados de las páginas institucionales correspondientes. Poco debate y demasiado protocolo de acuerdo. Casi nulo interés por adelantar el estado de investigación. De todas maneras, muchas asistentes se declararon satisfechas y con razón, ya que sus instituciones formaron más redes. ¿Y nosotras? Como compartía anteriormente, la idea de una Fundación de niñxs y jóvenes trans generó gran interés no solo a nivel local. Expusimos nuestras demandas y también ampliamos redes nacionales e internacionales. Acordamos una serie de capacitaciones y seminarios en distintos observatorios sociales, espacios académicos, de gobierno y de la salud. En esta ocasión, las organizaciones trans practicamos como nunca la autocrítica y el debate, tan necesarios para ampliar visiones.
Las mujeres trans y lxs transfeministas desarticulamos e intervenimos los estereotipos de los espacios institucionales. A su vez, nos encontramos cuestionando los estereotipos que circulan dentro de nuestros propios espacios. Las organizaciones trans acudimos preparadas más allá de la consigna, para debatir en profundidad sobre los derechos de nuestra población, actualmente ausente en las políticas públicas.
Por Niki Raveau
Persona trans, historiadora, miembro del equipo editorial Ceres (Área Trans) y vicepresidenta de la Fundación TranSítar. Desde enero 2016 colaboradora de Revista Clóset.