Opinión

Camino al clóset. ¿Dónde van a parar las mariposas rotas?


Despierto a las 7:30 A.M., me quedo en cama conversando con “Cabezona” y “Uñas” dando las órdenes y cuidados del día. Sé perfectamente que jamás lo harán y al decirlo tengo la seguridad que nunca les arrebataré lo bello de ser animales humanizados y loquitos. Asesinas dijeron por ahí. Algo solo aceptable para quienes no conocen nada de sus vidas y luchas.

Siempre digo, en un rato más me levanto, entro a las 9 A.M. y sueño con ese irresponsable que no llegará a la hora para justificar mi cuerpo pegado a la cama y hablándole a dos perras que solo quieren darme el baño de cara con sus largas lenguas, una buena inyección de amor para empezar el día.

Uso un corte de pelo que jamás ha visto una peineta, bueno algún día tendré esa conversación, que parece entrar en la categoría morbo.

Llego al trabajo y me encuentro con la primera sorpresa; el irresponsable que amaba en mis pensamientos matutinos nuevamente me falló. Y claramente le debía pedir disculpas por los cinco minutos perdidos. Y si, fueron perdidos porque los pensó en mí.

Durante ese trayecto comparo mis rutinas actuales con las de mi bulliciosa juventud, esa que gracias a sus recuerdos generados por afectos de tránsito sueltan una carcajada espontánea, lo más cercano a lo vulgar. Muchas veces aparece ese loco sin límites, el mismo que entre chicha y chimbombo a las tres de la mañana, un poco puesto, le pregunta a la última vedette nacional: ¿Te puedo entrevistar? Y ella entre risas y luces dice; ¡¡Claro!! Un gusto. El trágame tierra cambió automáticamente por un reparo de: Acción, las luces no se apagan aún.

Entre esta dispersa introducción me doy cuenta que los pensamientos ya no son los de ayer, el cuerpo no es el mismo, la mirada brilla pero no oculta una vida cansada. Ahí sale la Cantillo; Nada es para siempre, todo cambia, los afectos se quedan entrelazados en la historia de la vida, como aquel muchacho que vibraba junto a mí en Córdoba mirando y escuchando a Fabiana.

Hoy me pregunto; ¿dónde vuelan las mariposas rotas? No las veo, observo y miro y veo, no las encuentro. Dónde están esas como yo, que abrían lugares y cerraban la fiesta, las inagotables, impredecibles, soberbiamente insoportables, amargamente deseables.

Dónde están esas hijas de yeguas, de amores clandestinos, esas ligeras de cascos.

Hoy y cercano a mis 50 años, edad que me encanta, no las veo transitar. No veo al chico de Zara que era mino y contaba que era Zara como status social. No lo veo, no veo a las mariposas universitarias que de noche como avispa cualquiera trataba de meter su aguijón.

Al parecer los hombres de afecto por otros hombres se fueron al clóset, los viejos homosexuales como maldición egipcia vuelven a los sarcófagos a descansar a mediana edad. Otras tapadas de tintura y maquillajes usan las ventanas de las aplicaciones para ver cómo está la calle. Es triste ver como se levanta una nueva discriminación, un nuevo sesgo, una nueva batalla.

Muchas se juntan en los hospitales, sonando con sus chubis como las argollas de la Kassandra. Ahí se enteran de las que partieron, por viejas o por muertas, un punto de encuentro al final del camino, que las regresa una vez al mes a las pistas y risas. Donde el ¿te acordai? tiene memoria, nombre e historia. Hasta el suicidio hoy carece de glamour. Así. Sin editar.

Por Cano Díaz
José Luis Díaz, Psicólogo
psicologodiaz@gmail.com
Instagram: @psicologodiaz
Tik Tok: canodiazps

Revista Clóset

Entrevistas, actualidad, cultura, farándula, tendencias. El objetivo de revista Clóset es generar opiniones y discusiones constructivas en torno a temas LGBTI.
Botón volver arriba