Sin nada que hacer por la noche (me di libre) comencé hacer zapping y me quedé pegada en un programa en el que hablaban del porno en Chile. Hablaban del evidente fracaso por culpa de la establecida industria gringa que predomina a la hora de buscar suculento, suculento porno, uno de los panelistas había sido director de pornografía chilena y decía que prefería trabajar con cuerpos que fuesen más cercanos al cuerpo del señor y la señora chilenos, es decir tetas y bolas caídas, NADA de plástico bajo la piel, ni músculos full trabajados, porque eso lo hacía más real (Corazón si quiere ver porno un poco más real, lo busca como porno amateur en las páginas, las cuales no voy a nombrar porque no me están pagando el dato).
Luego de aquel programa vi porno heterosexual, vi porno homosexual, vi porno lésbico y comencé a pensar en lo falso del porno, sus caras fingidas, en su ropa fingida y su fingido dolor de pechito (el falso quejido po ñaña). También pensé en los cuerpos que estaban dispuestos a poner sus piernas detrás de su cuello para facilitar el placer del otro, pensé en la flexibilidad de su garganta, ano y vagina. Los hoyos del placer explotados por el porno, la industria de cavidades que son rellenadas por números uno pene/dedos. Boca/ano/vagina corresponden a ceros; ceros y unos obedecen a un binarismo establecido por sociedades patriarcales.
El colita y la lesliana oficialmente declarados y cerrados a otras experimentaciones con el cuerpo, caen en la heteronormatividad del coito. Son una especie de sinónimos del coito hetero, entiéndase entonces que el pene en el ano y los dedos en la vagina corresponden y asimilan el coito “normal”.
El tabú generado por este binarismo, juzga a quien busca placer sin la necesidad de un otro o ese otro, es remplazado, por ejemplo, con excreciones corporales, caca, vomito u orina. Personas que son juzgadas como enfermos por buscar el tan deseado orgasmo a través de otras prácticas (sin importar su género cuando anda de civil) clasificadas por el área medicinal como aberraciones patológicas, palabras cargadas de un fuerte sentido peyorativo y yo laSierra no voy a permitir que se nos denoste más con palabras de esa índole. Considero que mientras no pases a llevar la integridad de un otro o cosa, no debería existir una clasificación tan negativa para la práctica, si finalmente, huea de ell@s lo que hacen en el ring de las cuatro perillas (que chana, y yo que venía tan finita).
Como el término utilizado para generalizar y de cierta manera normalizar a estas prácticas es parafilia, debo hacer uso de la palabra para seguir con este ameno y agradable escroto.
Quienes llegan al orgasmo a través de las parafilias olvidan la “necesidad” de llenar cavidades con un dedo/pene y comienzan a utilizar otras cosas, experimentan con otras sensaciones corporales que no implican necesariamente la penetración, por ende, rompen el binarismo establecido socialmente. A la mierda el porno comercial, a la mierda los cuerpos esculturales y con mierda los reemplazare… aunque mejor no, porque temo de la hepatitis.
Se me olvidó a lo que quería llegar con todo esto, bueee cuento corto. No se deje engañar por el porno comercial, la rubia tetona no se casa con don musculado de 28×10 cms., el flaco de labios mamadores no fue secuestrado por el lolito que pesa 20 kilos menos que él y tiene carita de menor de edad y las lesbianas… bueno no conozco tantas historias de lesbianas, para esto vi sólo un video de dos amiguitas universitarias, bueno ellas no terminarán la carrera y punto.
Y con eso me despido, un beso y una manito muerta para usted don lectora.