Los arreglos de la futura nueva constitución coloca una puerta más grande que la de Alcalá para la comunidad sexoafectiva diversa, entiéndase para todos los que amamos diferente y desde nuestra diferencia.
Hoy una constitución ya escrita por pocos resulta compleja para avanzar en derechos, respeto e inclusión, tres señales de avance que eran ácido muriático en los intestinos conservadores.
En la actual propuesta se considera un número no menor de «expertos» que estarán observando detalladamente lo que se escriba, editando y editando hasta que la derecha la apruebe o corrija sus imperfecciones, momento adecuado para eliminar a los imperfectos de un sistema machista, patriarcal y homofóbico.
Podemos temer a la propuesta constitucional, claro y mil veces si, fue a puerta cerrada, fruto del silencio de muchos y un hijo de la derecha, los 50 propuestos serán aliados del poder, pagados con trofeos y sobres cuestionables, a esto el despliegue comunicacional que tendrá la derecha para sus efectos, no dudo que hasta Pancho Malo, Pastor Soto y la señora del bus de amor y discriminación sean una terna avasalladora en votos y hagas de su vulgaridad en todo sentido de la palabra un juego de representación social.
Mientras nosotros como comunidad LGTBQ+ veamos desaparecer la educación inclusiva, el derecho laboral trans, fin a la discriminación o castigo por lo menos a tan reprochable acción humana que semana a semana nos obliga a ser las lloronas de un entierro que no termina.
Mi curriculum tiene más de 20 hojas, he realizado política nacional y participado en política internacional. Sin embargo mi imperfección para esta comida imperfecta no satisface el silencio de los culpables, y si suena a postularse, usted dirá; Este se quiere postular, la respuesta que a este plato no lo presento en mi mesa.
Temo por mi país, mi gente y mi pueblo y como dice mi viejo Leo Fernández, cuando la derecha gana el pueblo siempre será los que pierdan, más aún si lo raro se le nota. Hoy le diría la doña las alitas rotas se pueden reparar, pero mañana nos cortan las alas.
Por psicologocano
José Luis Díaz, Psicólogo
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