Silicona industrial, el asesino silencioso de la comunidad trans
Esta entrevista fue realizada en agosto de 2019, por distintas razones quedó guardada en nuestros archivos, hoy cuando la publicamos vemos con pesar que absolutamente nada de lo aquí relatado ha cambiado para las compañeras trans. (Advertencia, el siguiente trabajo contiene imágenes sensibles).
El uso de la silicona industrial para construir los cuerpos es el único medio que muchas mujeres trans tienen para femenizar su apariencia, pero también es el asesino silencioso que está matando a muchas de ellas. Conversamos con Alejandra Soto y Anastasia María Benavente, ambas del Sindicato Amanda Jofré, sobre esta cruel realidad que hoy viven muchas de sus compañeras, principalmente aquellas que ejercen el trabajo sexual, cuyo asesino posee dos puñales mortales: el abandono de la autoridad y la falta de recursos.
“La problemática de la silicona industrial es grave, tenemos a la mayoría de las compañeras que construyeron sus cuerpos inyectándose silicona industrial y muchas lo siguen haciendo. Yo pienso que casi la mayoría de las compañeras tiene silicona en sus cuerpos. Lo grave es que con el paso de los años vienen los problemas de salud, muchas sufren de siliconomas, cáncer, elefantiasis y úlceras muy grandes que llegan a la mutilación de la piel y los músculos, todo para poder apenas sobrevivir”, indica Alejandra Soto, presidenta de la Corporación de Personas Trans y del Sindicato de Trabajadoras Sexuales Amanda Jofré Cerda.
La construcción se refiere a dar forma femenina al cuerpo trans, proceso que debiera ser realizado por medio de cirugías y de mano de profesionales expertos, pero aquí surge un gran problema: la constante falta de recursos. “Siempre se ha hablado mucho del tema de la silicona y de los biopolímeros, que nosotros las adultas tuvimos que construir nuestros cuerpos con todos estos aceites que no son para el uso humano y que, además, son muy fáciles de comprar en el mercado. Se venden indiscriminadamente y a sabiendas que las chicas los usan para inyectarse, práctica que, a mi juicio, debería ser penalizada. Hoy las compañeras que se han puesto silicona están mal o han muerto”, señala enfática Alejandra Soto.
¿Qué está haciendo el Sindicato Amanda Jofré?
“Estamos trabajando heavy con las compañeras en el sindicato. Acá llegan casi todas las compañeras con la “silicona mala”. Este tema lo hemos planteado muchas veces al Ministerio de Salud, para lograr una vía clínica y se pueda implementar plata y contar con alguien que atienda el tema de las siliconas y de las operaciones para construir el cuerpo de las transexuales, especialmente en aquellas que estamos en situación de pobreza y así evitar que las compañeras se coloquen otras sustancias en sus cuerpos.
Por su parte, el Ministerio responde que “hará algo”, sobre todo este ministro Mañalich, que instaló la Vía Clínica, pero siempre falta dinero. “No hay ningún médico especializado en Chile que sepa el tema de las siliconas, se debe capacitar a los médicos”, señala Alejandra, quien indica que el gobierno conoce bien esta problemática.
La Vía Clínica, un protocolo de atención de salud para personas trans creado en el primer gobierno de Piñera (2010-2014). Es catalogado como un buen proyecto, pero carente de recursos. “Funciona en algunos centros llamados los politrans, pero no hay presupuesto asociados, son los hospitales que asignan presupuestos de sus propios presupuestos, y todo queda a la voluntad del hospital”, explica Anastasia María Benavente.
La Vía Clínica es una herramienta que señala lo que deben hacer los médicos, pero está desactualizada porque tiene una visión patologizante de la condición trans, ya que la OMS, desde junio de 2018, no clasifica más la transexualidad como un trastorno mental.
Alejandra Soto estima que en la Región Metropolitana conoce un aproximado de 600 o 800 mujeres trans…. y que muchas o casi todas tienen problemas con la silicona industrial. A esto hay que sumar otra situación: las chicas trans migrantes que han llegado al país con el mismo problema. “Lo importante es trabajar para que las compañeras no se pongan silicona industrial. Algunas no sufren efectos secundarios, porque resisten más, hay otras que les queda bonito por el momento, pero después pasan unos años y empiezan los problemas”, explica Alejandra Soto, quien por estos días debe atender el caso de una compañera que se encuentra grave, con problemas en los riñones y los pulmones y solo están a la espera de su fallecimiento.
Construyendo los cuerpos
La silicona industrial es un tipo de aceite utilizado para motores de aviones o camiones mineros, es un lubricante y su consistencia es muy parecida a la vaselina líquida. Es muy fácil comprarla, a pesar de las denuncias, el ministerio apela que no puede andar fiscalizando a quien la vende y quien la compra. “Todos saben que se usa para inyectarse”, señalan desde el Sindicato.
“Es difícil tener una regulación porque los negocios la venden para motores y las compañeras lo compran para inyectarse. Ahora, hay un trabajo urgente que tiene que ver con la atención, pero por otra parte es importante trabajar con la prevención, porque hay compañeras de 15, 16 o 17 años se están colocando silicona en cantidades extremas, sobre todo en el norte de Chile, donde tienen el estereotipo de la mujer centroamericana caribeña exuberante. A una chica por su juventud no le pasa nada, pero en 10 o 15 años esa misma niña va a estar podrida, como están pudriéndose las compañeras con siliconas en la cárcel”, explica Anastasia María Benavente, asesora técnica del Sindicato Amanda Jofré.
Anastasia María Benavente, al igual que Alejandra Soto, ha presenciado el proceso mismo de inyección o construcción de los cuerpos como ellas le llaman. “Se usa una jeringa veterinaria para caballos, se inyecta en la primera capa de la piel, la epidermis y se deja instalada la aguja ahí, luego se empieza a llenar la zona y la silicona escurre. Para cubrir el agujero dejado por la jeringa, se aplica esmalte de uñas o La Gotita y con eso cierran la herida. Impensado poner puntos. Finalmente, se masajea la zona inyectada para dar forma”, explica Benavente.
La silicona de uso industrial es barata y con ella las chicas se “hacen” todo: la cara, la frente, las manos, los pechos, las caderas y las piernas. Se ha detectado el uso de silicona en mal estado o contaminada “viene una infección y te mueres por septicemia. La muerte es fulminante, en otros casos la silicona se endurece como piedra, porque se inyectan silicona con emulsionado (crema para guaguas) para que rinda más”, explica Alejandra Soto.
A esto hay que sumar el caso de las personas con VIH/SIDA, donde la baja de defensas también hace estragos. Otro problema identificado, que se escapa del ámbito trans, es la presencia de falsos doctores inyectando silicona a mujeres, quienes solo necesitan arrendar un pabellón en una clínica del barrio alto para realizar estas prácticas, explica Alejandra.
“Son cirugías clandestinas, la mayoría son realizadas por otras chicas trans, todo en condiciones irregulares, precariedad absoluta”, explica Anastasia María. “Es un problema que afecta mucho a la población trans, pero también a mujeres y hombres gays. Son prácticas que se están haciendo en peluquerías y en clínicas de barrio alto, no hay fiscalización, agrega la profesional de apoyo de la Corporación.
En algunos casos pueden pasar años y no hay efectos negativos, pero en otros, la mayoría, empieza a morir la piel y aparecen los siliconomas. Los efectos se empiezan a ver a los 5 o 10 años. Hay chicas que manifiestan los efectos en el mismo momento de la intervención y mueren de manera inmediata, como fue el caso de Kendall Blanco, una ex reina de belleza, que murió en diciembre de 2017. “En el fondo es un cuerpo extraño que entra al organismo, viene una baja de defensas y provoca la muerte”, explica Anastasia María.
No hay especialistas, pero sí arrepentimiento
“En todos los casos, la solución es que se retire la silicona, pero lo tiene que hacer un cirujano plástico, porque es medicina reconstructiva, hay que reconstruir los cuerpos… La silicona migra por todo el cuerpo y produce daños y efectos secundarios en otros órganos, la mayoría de las compañeras tiene problemas a los riñones”, explica nuevamente Anastasia María.
“Todo parte con pequeñas úlceras que comienzan a crecer, el dolor es permanente, imagínate lo que se sufre, solo pueden tomar corticoides para disminuir el dolor y es lo único que hacen en los hospitales”, explica Alejandra Soto. “Existen lugares que hacen curaciones, pero son clínicas privadas donde cada sesión cuesta $90.000, lo que no es suficiente, en algunos casos son al menos tres meses de curaciones”, se queja Alejandra, porque nuevamente el factor económico es una limitante para mejorar la calidad de vida de las pacientes.
“Todas las compañeras se arrepienten del uso de silicona industrial. He visto sufrir a muchas y también morir a otras tantas cuando se inyectaban. Ya harto es padecer en la vida por el maltrato y, además hay que estar sufriendo por problemas de salud… es necesario hacer algo”, reclama tajante Alejandra Soto.
«Lamentablemente todo está asociado a dinero y si el Estado no entiende que estamos en una emergencia no habrá presupuesto, porque todo está asociado a la lucha contra el VIH y no se dan cuenta que hay otras cosas que también están matando a la comunidad trans», señala Benavente.
“Como organización estamos en contra de la silicona inyectable, es una expectativa de muerte de nuestra población trans, tanto como el VIH y los asesinatos, si pudiésemos superar esto no estaríamos muriendo de 35 o 40 años. No basta con la Ley de Identidad de Género, igualmente a muchas chicas se les va a notar su masculinidad, aunque tengan nombre de mujer, igualmente nos discriminarán y no nos respetarán. Necesitamos becas para estudiar, planes de salud, cupo laboral trans, reparación, esta ley no garantiza nada, necesitamos una ley integral”, es el reclamo de Alejandra Soto y de todas sus compañeras trans.
El Sindicato Amanda Jofré está haciendo talleres para crear conciencia sobre el tema. Pero el cuestionamiento es qué ofrecer a las chicas… Una chica quiere construirse caderas femeninas y con las hormonas no es suficiente. “Hay mucha situación de pobreza, a nosotras nos pueden cobrar hasta $2.500.000 por una operación, es complicado. Faltan cirugías de construcción de los cuerpos por parte del Estado, seguras y hechas por expertos, muchas chicas construyen sus cuerpos con silicona y esto es un ciclo interminable, señala Alejandra Soto. “Creo que el Ministerio debe capacitar y preparar a doctores sobre el tema de la silicona industrial en personas trans como se hace en Brasil, Cuba, Uruguay o Ecuador. En Colombia las cirugías son mucho más accesibles para las compañeras” agrega.
Finalmente, Anastasia María Benavente concluye que “esto es un problema de salud pública, si funcionara la Vía Clínica y hubiera plata esto no pasaría, el problema de salud sería solo para aquellas que ya tienen silicona industrial, pero no para aquellas que se la están inyectado en este mismo momento”.
Nuestro agradecimiento especial a Anastasia María Benavente y Alejandra Soto por la asesoría y el apoyo para la realización de este reportaje. También por compartir las imágenes de casos reales que ilustran este texto.