Homosexualidad y transexualidad en Irán


Según el código penal iraní, todas las relaciones sexuales cometidas fuera del matrimonio son ilegales, y esta ilegalidad comprende desde el adulterio hasta la homosexualidad. En Irán, a los hombres que cometen actos de sodomía se les puede condenar a muerte a partir de los 15 años, siempre que estén mentalmente sanos. El método de ejecución dependerá del juez; normalmente se prefiere el ahorcamiento o la lapidación.
Si, en cambio, son menores de edad, es decir, menores de 15 años, y la relación sexual se practica sin coacción y se está mentalmente sano, la pena es de 74 latigazos.
¿Cómo se prueba la sodomía?
Si la persona confiesa haber cometido actos de sodomía hasta en cuatro ocasiones, a la cuarta vez que se reafirma en su culpabilidad, el hombre es condenado a muerte. También se considera probada la homosexualidad en caso de ser acusados por cuatro testigos que sean hombres y heterosexuales. El testimonio de las mujeres, incluso acompañadas de hombres, no prueba la sodomía.
Hay actos que, si bien no constituyen sodomía, sí son punibles. Por ejemplo: el roce entre muslos o nalgas entre dos hombres se castiga con cien latigazos; si hay dos hombres acostados juntos y desnudos sin ninguna necesidad, la condena es de 99 latigazos; si un hombre besa a otro con deseo o lujuria, su castigo es de sesenta latigazos; si el que confiesa haber cometido actos de homosexualidad, está sano mentalmente y se arrepiente, el juez de la Sharía debe perdonarle; si un hombre, antes de que testigos declaren contra él, se arrepiente de haber cometido actos menores de sodomía, el castigo queda anulado.
Lesbianismo
En Irán, las lesbianas sufren la misma discriminación y persecución que los homosexuales, aunque por tendencias del patriarcado son consideradas como inferiores, y en vista de este paternalismo, las sanciones, que pueden llevar a la muerte, no son tan fulminantes como en el caso de los hombres.
El castigo para mujeres que cometen actos de lesbianismo, si son mayores de edad y mentalmente sanas, es de cien latigazos; pero si este acto se repite más de tres veces, al cuarto acto el castigo es la muerte. En este caso, el castigo preferido es el de la lapidación.
La forma de probar los actos de lesbianismo es la misma que para probar la homosexualidad masculina.
La anulación de la sentencia, el otorgamiento del perdón y los castigos para mujeres que duermen desnudas sin necesidad requieren el mismo procedimiento que en el caso de los hombres.
En Irán, todos están sometidos a esta ley, no solo los musulmanes. Las comunidades de zoroastristas, cristianos, judíos o los perseguidos baha’ís están bajo la dureza de esta ley.
Transexualidad
En un país donde la homosexualidad está perseguida y penada con la muerte, lo más normal es que la transexualidad sea un tabú innombrable. Pero la realidad es muy diferente: Irán es el segundo país del mundo (después de Tailandia) donde más operaciones de cambio de sexo se realizan.
En 1983, el ayatolá Jomeiní bendijo legalmente las operaciones de cambio de sexo al emitir una fatwa en la cual las permitía. Hoy en Irán viven entre 15.000 y 20.000 transexuales. La idea de los ayatolás es simple: la transexualidad es una enfermedad que se puede curar, mientras que la homosexualidad también es considerada una enfermedad, pero no está sujeta a cura, además es un pecado.
Esta idea no está avalada únicamente por una élite intelectual o teólogos chiitas liberales, sino que responde a un profundo estudio que ha sido aceptado y compartido sin problemas por parte de los ayatolás y de los imames. Hasta tal punto que, en las costumbres y tradiciones islámicas, se tiende a preguntar sobre diferentes cuestiones a tres o más imames para pedir consejo. El hecho de que tanta gente acceda a cambiar su sexo es porque el establishment religioso iraní acepta, comparte y aconseja el cambio de sexo a aquellas personas que les llegan con esta cuestión.
Los cirujanos iraníes suelen cobrar 3.000 euros por una operación de cambio de sexo, pero el procedimiento es largo y cuesta más que el precio a pagar por la operación. Aunque existen ayudas para personas que desean cambiar su sexo y no tienen medios para hacerlo, la más importante es la fundación benéfica del imán Jomeiní, que concede préstamos sin intereses a transexuales con bajos ingresos económicos de hasta 1.000 euros.
La tolerancia social y familiar hacia transexuales es general, debido al fuerte respaldo de la comunidad religiosa y política que controla el país, lo cual ha permitido la aceptación de la transexualidad en un mundo que podría serles hostil, o al menos tanto como lo es hacia los homosexuales, que no gozan ni de la aceptación ni del respeto de los religiosos ni de la sociedad civil iraní.