¿Qué masculinidades se nos permiten?


¿Cuáles no y cuáles se ponen en tensión? Una reflexión sobre el mundo masculino a partir de la figura de Lionel Messi y su participación en la Copa América.
El universo del fútbol siempre ha mantenido un diálogo tenso con el Colectivo LGTB+. Este deporte; a pesar de que en la última década se han multiplicado los equipos y federaciones de disidencias, reproduce y multiplica una violencia muy marcada hacia todo lo que no es «masculino» en términos hegemónicos. Sin embargo, la final de la última Copa América, quizás nos haya dejado vislumbrar un futuro no tan oscuro.
Tomamos la figura de Lionel Messi por su relevancia dentro del mundo futbolístico y en el imaginario popular argentino. Nos basaremos, para su análisis, en el texto de Néstor Artiñano «Masculinidades incómodas» del año 2015.
Comenzamos por ubicar a este destacado jugador dentro de lo que Artiñano llama «modelo masculino imperante». Entiéndase por «imperante» como el parámetro que rige por sobre otras formas de masculinidad que no han tenido la fuerza para imponerse. Este modelo que impera dialoga con nuevas manifestaciones de lo «masculino» y genera que los individuos, según su trayectoria, las reproduzcan o muestren características críticas a dicho modelo.
Messi es un varón cis, heterosexual, casado y con hijos. Responde perfectamente al modelo de padre de familia que nuestra tradición judeocristiana sostiene. Pero se agrega un condimento: es una mega estrella del fútbol.


Sus múltiples récords y triunfos podrían ubicarlo en lo que Artiñano (citando a su vez a otros autores) denomina como grandes hombres o humanos superiores.
¿A que se refiere este autor con el término de «grandes hombres»? En su tesis este investigador utiliza este término para hablar de figuras destacadas (pone el ejemplo de Maradona, Borges e incluso Perón) que dada su trascendencia se transforman en figuras heterosexuales impuestas como autoridad. Desde ya, esta autoridad se ejerce aplastando a las otras formas de masculinidad que no encajan dentro de ese modelo. Los «grandes hombres» ejercen su autoridad de «machos dominantes» aplastando toda disidencia, matando todo «pero» a ese arbitrio de masculinidad.
Entonces, ¿Es Messi un «gran hombre» en los términos que plantea Artiñano? Creemos ver en la figura de este jugador más un «hombre reconciliado (Badinter 1993; 267). Ya terminada la final de la Copa América, el famoso jugador argentino nos ofrece dos gestos desconcertantes para el modelo masculino hegemónico: su abrazo largo y sentido y entre lágrimas con Neymar; y el llamado a su compañera Antonella.
¿Qué idea es esta del «hombre reconciliado»?
«Será un punto de llegada para aquel hombre que logra encontrar a su padre y reencontrar a su madre, que ha logrado ser hombre sin herir lo femenino-materno» (Artiñano, 2015). El autor nos dice, de manera optimista, que «el modelo masculino imperante está en una fase última, por ende, loable que tanto hoy como en el futuro se siga construyendo en pos a llegar a varios modelos masculinos».
Messi es el varón heterosexual argentino, astro internacional, que no teme abrazar a su amigo/contrincante y llorar junto a él de emoción. Tampoco se avergüenza de llamar a su compañera e hijos, manifestarles su amor y regalarles sus lágrimas frente a las miles de cámaras en el césped del estadio.
Pero Messi, no es Tehuel en Argentina, ni es Samuel en España. Bajo ningún punto de vista es un homosexual perseguido y encarcelado en Rusia. Mucho menos es alguien que quiera hablar sobre homosexualidad en Hungría (donde recientemente rige una ley que lo prohibe). Messi no vive en Malasia en donde el gobierno propone una ley que castigue a quienes alienten un modo de vida LGTB+. Aún con todo lo esperanzador que representa su forma de vivir la masculinidad, no nos alcanza para compensar las muertes, violencias y actos discriminatorios.
Finalmente… el abrazo de Neymar y Messi nos recuerda que todavía hay abrazos que sí, y abrazos que no. Aceptamos el de Messi por su carga simbólica, ¿Pero que sucede con esos abrazos que no son y ya no serán? ¿Qué pasa con los abrazos que aún se dan a escondidas? Será obligación del Colectivo LGTB+ del mundo entero, ganar las calles, y con paciencia, curar las heridas de ignorancia que hacen sangrar a todas las sociedades del mundo.
Desde aquí proponemos el «hombre abrazador» no en un sentido literal. No hablamos de abrazos desde una óptica romántica telenovelesca, sino desde el alto concepto humanista del abrazo. Ese «hombre abrazador» no será tan sólo «el que da abrazos» sino aquel capaz de abrazar simbólicamente a todas y cada una de las masculinidades, sin aplastarlas y alentando su próspero desarrollo.
Bibliografía
Artesano, Néstor. Masculinidades incómodas: jóvenes, género y pobreza. 2015. Buenos Aires. Editorial Espacio.