Oscuras Reflexiones: el tabú LGTBI+


Todos tenemos tabúes. Es un fenómeno que la gente sabe, pero que ninguno narra y surge el miedo a hablar. Cómo no, en la comunidad LGTBI+ también existen y me voy ha arriesgar a decirlo.
Hace seis años di el paso hacia Lorena. Esperanzada me presenté en la única asociación trans de Andalucía. Buscaba apoyo, acompañamiento, asesoramiento y comprensión, pero sentí una barrera invisible que me molestó. Noté que mi presencia no gustó. Y lo puedo entender, no vieron alguien trans, sino una persona masculina que carecía de pluma, que se presentaba con ropa de mujer.
Los primeros meses lo pasé mal, observaba no encajar. Aún no estaba hormonada. Pero poco a poco, conforme iba haciéndome un lugar iba encajando.
A lo que voy, tuve problemas por ser diferente. Muchas olvidaron que habían pasado por lo mismo que yo, antes de ellas hormonarse.
Esa transfobia reside a menudo dentro de nosotras, y es la encargada de hacer daño a nuestra semejante. La intolerancia te ciega y se vence sólo a base de amor, comprensión y tolerancia.
Y es que dentro del colectivo existen discrepancias. Por ejemplo, es normal que un gay sienta animadversión hacia una mujer porque a este le flipan los hombres.
Bajo ese contexto, lesbiana adora a otra mujer y es lógico que sienta incomodes ante un hombre. La conclusión es que gays y lesbianas biológicamente son incompatibles, pero no por ello, se debe de caer en el conflicto. No.
Hay algo que nos hermana, y es una lucha común contra la discriminación y el acoso. Una persona bisexual, en cambio, es más sexualmente compatible con ambos géneros y su mentalidad es muy abierta y tolerante. Es el ejemplo que la tolerancia debe primar por encima de nuestros intereses.
Sin duda el espíritu de unión en las revueltas de Stonewall (encabezada por las trans), simbolizó el punto hacia la revolución de las libertades identitarias y de género, que concluyó con la despenalización, conduciendo al progreso de una sociedad anclada.