Opinión

Los ir y venir de una pandemia. El estigma del VIH y su invisibilidad


Si bien podemos verbalizar que estamos en un gobierno de izquierda, y según Latorre de corte socialista, al parecer frente a la pandemia del VIH SIDA, la bandera de igualdad se guarda y se retira al cajón ministerial que administra la pandemia homosexual. En la actualidad todos sabemos que el VIH SIDA ha logrado atravesar las barreras de la homosexualidad, así como también los rangos etarios. Hoy en Chile del 2024 el rejuvenecimiento del SIDA es alarmante, siendo la población adolescente la más afectada por las notificaciones.

Hoy los profesionales de salud hemos naturalizado informar a jóvenes de 14, 15 o 16 años de edad su estado serológico y de los desafíos que tendrán que enfrentar.

En lo personal, notificar a personas de 30 años no me conmueve, esto debido a la información recibida y a las cientos de campañas que las organizaciones de la diversidad entregan, sumado a esto, Víctor Hugo Robles, a través de su programa dominical “Siempre Viva en Vivo” mantiene con esfuerzo este espacio, sensitivo e informativo que pretende llamar a la conciencia de quienes tienen una sexualidad activa.

Sin embargo, en un país sin educación sexual y rodeado de mitos y supuestos de este, los jóvenes de 14, 15 o 16 años se encuentran en un verdadero búnker de desinformación, cayendo en un sistema punitivo, enjuiciador, castigador y estigmatizador que instala la culpa en el adolescente y no en la ausencia aberrante de campañas o sensibilización sobre el tema y sus desafíos.

Hablar de sida hoy, pareciera un cuento de los 80 donde solo se rescata la valentía de la época entre flores, carrozas y música de despedida.

Mientras el Chile de hoy sigue registrando dolores y sufrimientos por la ausencia total de educación sexual. Acá toda la esfera de la sociedad mira de lejos lo que tiene en cada desayuno, almuerzo o cita nocturna. 

Vivir con VIH, no es una raya en el agua, es hacer un peregrinaje por una atención digna, oportuna y que esté a la altura de quienes comienzan este viaje franciscano.

La realidad del SIDA es ausente, y más aún cuando en nuestro país enfrentamos una crisis sanitaria entre el sector público y el privado. Este último, bajo el rótulo de preexistencia cierra su puertas a la libre elección o simplemente al trato humanizador y digno. 

Chile no puede seguir tratando el VIH como su fuera un negocio rentable, donde la atención vale más que la prevención. Una atención que mueve la máquina sanitaria de miles de dólares por sobre la vida.

Este año no puede desconocer en la política pública que el VIH SIDA está presente en cada uno de los eslabones sociales y que sus costos van desde la deserción escolar hasta la ausencia laboral o simplemente pérdidas de trabajo. Posiblemente si lo llevamos a los costos país, nos daremos cuenta que los costos sociales están por sobre los costos de la mala administración que se hace hoy con la pandemia. 

Por José Luis Díaz
Psicólogo clínico con amplio conocimiento del VIH SIDA. 
Tik tik @opiniones.chile

Revista Clóset

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